El funambulista
Jean Genet
Traducción de Regina López Muñoz
Errata naturae
Madrid
2016
56 págs.
A mediados de los años cincuenta, Jean Genet, de cuarenta y cinco años, conoce al jovencísimo acróbata de suelo y malabarista Abdallah Bentaga. Muy pronto lo convierte en su amante y en su protegido, incitándolo a transformarse en un funambulista, es decir, el acróbata de más prestigio, el artista de circo de mayor gracia y elegancia, pero también el más cercano a la muerte. Vive con él una bellísima historia de amor y un periodo enormemente creativo. Y para él escribe este texto, un largo poema de amor en prosa y, además, una suerte de teoría estética: variaciones sobre una dramaturgia del circo, el teatro y la danza; reflexiones sobre el artista en el mundo, la soledad y la ambivalencia del actor; el ir y venir entre el olvido y la gloria, la luz y la sombra, la apariencia y la realidad. Como el cable de acero del funambulista, Genet tensa las palabras, las hace brillar, las destila para su amante, y escribe uno de sus textos más perfectos.
Tras una grave caída en un espectáculo, Abdallah abandonó la acrobacia y, al poco, Genet, en cierto modo, lo abandonó a él. Sintiéndose fracasado, el joven funambulista se suicidó en 1964. Genet, que se consideraría responsable el resto de su vida, fue precisamente quien encontró el cadáver junto a la policía, alertada por los vecinos… y sólo después del entierro, cuando volvió a su hotel, pudo llorar. Hacía treinta años que no lloraba.
Jean Genet (1910-1986). Fue novelista, dramaturgo y poeta. De padre desconocido y abandonado por su madre a los pocos meses de nacer, pronto fue entregado a una familia de acogida. Desde pequeño tuvo conciencia de no pertenecer al mundo que se le ofrecía y comenzó muy pronto a enfrentarse a él: cometió su primer hurto con diez años y, tras varios robos y fugas, fue encerrado en la colonia penitenciaria de Mettray —donde cristalizaron sus tendencias homosexuales—. Fue desertor del ejército, vagabundo y ejerció la prostitución. Comenzó a escribir en la cárcel y en sus obras desarrolla una hagiografía de su propia vida y la de sus compañeros de aventuras. Sartre le dedicó un voluminoso estudio, y frecuentó a Giacometti, Foucault, Derrida y Brassaï. Entre sus principales obras publicadas en castellano se encuentran: Santa María de las Flores, Pompas fúnebres, Querella de Brest y Las criadas. Hasta la fecha, Errata naturae ha publicado tres de sus obras: Milagro de la rosa, El enemigo declarado y El niño criminal.