Ahora nos referimos especialmente a la lengua escrita. Es ésta muy diferente de la hablada. Porque la actitud del ser humano cuando escribe, su actitud psicológica es distinta de cuando habla. Cuando escribimos se siente lo que llamaría yo la responsabilidad ante la hoja en blanco: es porque percibimos que ahora, en el acto de escribir, vamos a elevar el lenguaje a un plano distinto del hablar, vamos a operar sobre él con nuestra responsabilidad psíquica, más poderosamente que en el hablar. Casi todo el mundo pierde la confianza con el lenguaje, su familiaridad con él, apenas coge una pluma, El idioma se le aparece más que como la herramienta dócil de hablar, como una realidad imponente, el conjunto de todas las posibles formas de decir una cosa, con la que el que escribe tendrá que luchar hasta que halle su modo. Igual sucede eso con el poeta que al muchacho que empieza una carta a su novia. Sí, las lengua hablada y escrita son diferentes, pero no viven alejadas una de otra, en distintas órbitas (...) Es el pueblo el que ha dicho: "Habla como un libro". Frase que evidencia cómo el habla popular admira y envidia al habla literaria, cómo las dos se necesitan; y es que, según Vendryes ha dicho: "En la actividad lingüística de un hombre civilizado normal están en juego todas las formas de lenguaje a la vez". Y yo, por mi parte, no sé, a veces, distinguir si una frase feliz que está en mi memoria la aprendí de unos labios , en palabras dichas, o de un libro, de la palabra impresa. Sería insensatez oponer las dos formas del habla; y toda la educación como es debido debe proponerse como finalidad una integración profunda del lenguaje hablado y escrito.
Pedro Salinas. Defensa del lenguaje
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