sábado, enero 31, 2015

Biblioteca: La azucena roja

La azucena roja 

Anatole France
S.A. de Promoción y Ediciones
Círculo Internacional del Libro
Madrid
1984
207 págs.
Un gran amor, cruel y sin ternura, un amor que no perdona. Esta es la historia de una pareja a la que rasgan los celos. De tono muy particular donde el autor se revela como un hombre dolorido, atormentado y, por allí, difiere del personaje erudito y escéptico que se acostumbraba al público. Para Teresa como para Dechartre "el amor es el más insociable, el más salvaje de las pasiones". Pasión que France situó en primer lugar en Florencia -el lirio florentino (que hace referencia al emblema de Florencia)-, luego en París, en un marco mundano, ahora evocador de un medio y de un tiempo, como el de Proust bajo otro alumbrado. Si La azucena roja o El lirio rojo (1894) guardó su forma insatisfecha, lo debe seguramente a que es el reflejo de un amor vivido, el que ha vinculado numerosos años a Anatole France con su amiga, la Sra. de Caillavet.
Publicado originalmente con el título Le lys rouge en 1894.
Fragmento
Aquella noche Teresa, ya en la cama, como tenía por costumbre, abrió un libro antes de dormirse. Era una novela. Volvía las hojas distraídamente, y tropezó en estos párrafos:
ʺ(…) El mariposeo está permitido, se concilia con todas las exigencias de la vida elegante; pero el amor, no. El amor es la menos mundana de las pasiones, la más antisocial, salvaje y bárbara. Por esto las gentes lo juzgan con mayor severidad que los devaneos galantes y el relajamiento de las austeras costumbres”.
(…) Teresa cerró el libro. Reflexionaba que aquello era una divagación de novelistas y que los novelistas desconocen la vida. Bien sabía ella que no hay en la realidad, ni Carmelo apasionado, ni cilicios amorosos, ni vocación encantadora y terrible a la cual resistiera vanamente la predestinada. Conocía el amor como embriaguez breve que dejaba un rastro de tristeza. Nada más. Pero ¿no es posible que lo desconociese, que ignorase algo, que hubiera en realidad amores en que se abismara deliciosamente un alma? .. . Apagó la luz. Los ensueños de su primera juventud resurgían entonces entre las confusas memorias de su pasado.

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