El Conde Lucanor es una obra narrativa de la literatura española medieval escrita entre 1330 y 1335 por el infante Don Juan Manuel, Príncipe de Villena. Su título completo y original en castellano medieval es Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio (Libro de los ejemplos del conde Lucanor y de Patronio).
Esta dividido en cinco partes bien diferenciadas. La primera parte la forma una colección de cincuenta y un cuentos que se unen entre sí a través de un leve hilo argumental. El Conde Lucanor pide consejos sobre problemas concretos, suyos o consultados por otro, a su ayo Patronio. Éste entonces le narra un cuento en el que se contienen las claves de la cuestión consultada. Las cuatro partes restantes del libros son mucho más breve y no son narraciones, sino sentencias y aforismo, escritas con un lenguaje más complicado.
Íncipit del Conde Lucanor. Biblioteca Nacional de España |
Cuento VIII
Lo que sucedió a un hombre al que tenían que limpiarle el hígado
Otra vez hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, y le dijo:
-Ahora estoy necesitado de dinero, aunque Dios me ha hecho venturoso otras muchas veces. Creo que tendré que vender una de mis tierras, aquella por la que más cariño siento, aunque, si lo hago, me resultará muy doloroso, o bien tendré que hacer otra cosa que me dolerá tanto como la anterior. Tengo que hacerlo para salir del agobio y de la penuria en que estoy, pues, aunque me ven así, y a pesar de que no lo necesitan verdaderamente, vienen a mí muchas gentes a pedirme un dinero que tantos sacrificios me va a costar. Por el buen juicio que Dios ha puesto en vos, os ruego que me digáis lo que debo hacer en este asunto.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio- me parece que os ocurre a vos con esa gente lo que le pasó a un hombre que estaba muy enfermo.
Y el conde le rogó que le contara lo acaecido.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, había un hombre que estaba muy enfermo, al cual dijeron los médicos que no podría curarse si no le hacían una abertura en el costado para sacarle el hígado y lavarlo con unas medicinas. Mientras lo estaban operando, el cirujano tenía el hígado en las manos y, de pronto, un hombre que estaba cerca comenzó a pedirle un trozo de aquel hígado para su gato.
»Y vos, señor Conde Lucanor, si queréis perjudicaros para conseguir un dinero que después vais a dar a quienes no lo necesitan, podréis hacerlo por vuestro capricho, pero nunca por mi consejo.
Al conde le agradó mucho lo que dijo Patronio, siguió sus consejos y le fue muy bien.
Y como don Juan vio que este cuento era bueno, lo hizo poner en este libro y escribió unos versos que dicen así:
Si no te piensas bien a quién debes prestar,
sólo muy graves daños te podrán aguardar.
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