Atenea era bella, pero a diferencia de la mayoría de las demás diosas y dioses de la Antigua Grecia, era virgen y muy modesta. Un día un hombre llamado Tiresias cautivado por su belleza la siguió mientras se bañaba en la fuente Hipocrene en el Monte Helicón. La observó y vio su cuerpo desnudo en el agua, pero Atenea lo descubrió y se enfureció. Colocó sus manos sobre los ojos de Tiresías y lo cegó.
Una de las ninfas que servían a Atenea se apiadó de Tiresias y le rogó a la diosa que le diera algo para compensar su ceguera, Atenea, que al final se apenó por el dolor que le había causado a su admirador le concedió a Tiresias el don de profetizar.
Heinrich Füssli: Tiresias aparece ante Odiseo durante el sacrificio, 1780-85. Acuarela y tempera sobre cartón. Graphische Sammlung der Albertina, Viena. Austria |
Otra versión del mito:
En algunas versiones de este mito, Atenea se estaba bañando con la madre de Tiresias, la ninfa Cariclo, de la que Atenea está enamorada.
Tiresias que está cazando por allí cerca con sus perros se encuentra con las dos mujeres cuando va a beber al río
Atenea se enfurece por haber sido descubierta y lo ciega, pero le concede el don de profetizar por amor a su madre.
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