viernes, septiembre 18, 2015

Mito: Los trabajos de Heracles (II)

(cont.)
3.- Capturar a la Cierva de Cerinea.
La Cierva de Cerinea tenía pezuñas de bronce y cornamenta de oro. Estaba consagrada a Artemisa, ya que era una de las cinco ciervas que la diosa había intentado capturar para engancharlas a su carro y había sido la única que había logrado escapar.
Heracles y la cierva de Cerinea. Fuente en bronce del siglo I a. C.
Casa de salustio, Pompeya. Museo Arqueológico Regional de Palermo,Italia

Heracles persiguió a la cierva día y noche durante un año sin lograr atraparla, ya que ésta era increíblemente veloz (tanto que ni las flechas la alcanzaban). Al fin, en el país de los Hiperbóreos, la capturó mientras ésta se paraba a beber agua, atravesándole las dos patas con flechas que sólo traspasaron piel, tendón y hueso (su sangre era un terrible veneno, capaz incluso de matar a dioses, por lo que Heracles prefirió no derramar ni una gota, puesto que tendría que dar explicaciones si lo hacía). Una vez inmovilizada, la apresó y la llevó a Micenas para que Euristeo la viera.

La gran hazaña de Heracles sirvió de ejemplo a muchos otros héroes de la antigüedad como Yhuidr y Casto.
Lucas Cranach, el Viejo: Hércule y la cierva de Cerinea, después de 1537.
Óleo sobre madera. Herzog Anton Ulrich Museum, Braunschweig, Alemania
4.- Capturar al Jabalí de Erimanto.
El Jabalí de Erimanto era una terrible criatura, capaz de crear terremotos a voluntad y de arrancar árboles de tajo con los colmillos, que vivía en Erimanto, causando estragos en todo el contorno. Este jabalí se alimentaba de hombres.
Louis Tuaillon: Heracles y el jabalí de Erimanto, 1904.
Bronce, Berlín, Alemania

En el camino hacia Erimanto, Heracles hizo una parada para visitar a su viejo amigo el centauro Folo, que en memoria de tiempos lejanos, compartió con él su comida y su vino. Pero los otros centauros, al oler el vino que estaba especialmente reservado para ellos, enfurecieron hasta tal punto que atacaron a Heracles. Éste primero los rechazó, pero poco a poco lo hicieron enfurecer a él también, y empuñando su arco, mató a varios centauros con flechas untadas con la sangre de la Hidra de Lerna mientras los otros se retiraban acobardados.
Mientras Heracles enterraba a sus víctimas, su amigo Folo sacó una de las flechas de éste y se puso a examinarla, asombrado de que algo tan pequeño pudiese dar muerte a criaturas tan formidables como los centauros. Torpemente, la flecha se le escurrió de la mano y se le cayó sobre el pie, clavándose en él.
Hércules y el jabalí de Erimanto. Detalle del mosaico de los trabajos de Hércules de Liria (Valencia), en el Museo Arqueológico Nacional, Madrid, España
La flecha, untada con tan letal veneno, acabó también con la vida de Folo, el cual fue enterrado por Heracles al pie del monte que tomaría su nombre: Foloe.
Heracles encontró al jabalí y se echó tras él. Tras perseguirlo durante varias horas, lo acorraló en una zona nevada, donde le saltó al lomo. Heracles lo encadenó y se lo llevó a Micenas vivo, cargándolo sobre sus hombros.
5.- Limpiar los establos de Augías en un sólo día.

Por designio de los dioses, el ganado de Augías, rey de la Élide, no sufría de enfermedades, y doce toros que su padre, el dios Sol Helios, le había regalado, defendían al resto de la manada, asegurando que tampoco sufriera bajas causadas por las fieras de los alrededores. Con todo esto, el ganado de Augías se convirtió en el mayor del país.
Euristeo impuso este trabajo a Heracles con el fin de humillarle y ridiculizarle, ya que era tal la cantidad de excrementos acumulados (los establos de Augías jamás habían sido limpiados) que resultaba prácticamente imposible limpiarlos en un sólo día. Así el gran Heracles, vencedor de terribles monstruos y realizador de hazañas heroicas, caería humillado ante una tarea tan denigrante. Incluso Augías hizo una apuesta personal con Heracles, prometiendo regalarle una parte del ganado si lograba completar el trabajo.
Nadie esperaba que Heracles lo consiguiera, ya que en este trabajo la fuerza no le servía de nada, pero lo que hizo el astuto héroe fue desviar el cauce de los ríos Alfeo y Peneo, llevándolos a través de los establos por un canal que él mismo había cavado. Los ríos arrastraron toda la suciedad y Heracles, ante la sorpresa de todos, completó su quinto trabajo.
Hércules desviando el cauce de los ríos Alfeo y Peneo. Detalle del mosaico de los trabajos de Hércules de Liria (Valencia), en el Museo Arqueológico Nacional, Madrid, España
Euristeo y Augías, que no se esperaban que Heracles lo consiguiese, se negaron a aceptarlo. Euristeo le dijo a Heracles que realmente había realizado el trabajo para Augías, ya que conocía la apuesta que habían acordado (fue informado de esto por la maliciosa Hera), por lo que le era inválido. Según otras versiones, se escudó en que el trabajo ni siquiera lo había realizado él, sino los ríos.
Y para colmo de desgracias, cuando Heracles exigió a Augías la parte del ganado que le había prometido, éste se negó utilizando el mismo argumento de que el trabajo lo habían realizado los ríos. Heracles llevó el asunto a los tribunales, y el testimonio de Fileo, hijo de Augías, a favor del héroe, convenció a los jueces de que Augías debía cumplir con su promesa. Éste entregó a regañadientes la parte del ganado que prometiera en la apuesta y desterró a su hijo por haberle hecho perder el juicio. Heracles, furioso por semejante injusticia, abandonó la Élide, y buscando alianzas entre los príncipes de toda Grecia, declaró la guerra a Augías. Éste envió a su ejército al contraataque, capitaneado por los hermanos gemelos moliónidas, sus dos eficientes generales. Éstos aprovecharon que Heracles se sintió enfermo y les firmó una tregua para atacar por sorpresa. Derrotaron terriblemente a los hombres del héroe y asesinaron a su hermano Ificles, que le había acompañado a la guerra. Vistas las numerosas bajas, los corintios, aliados de Heracles, declararon oficialmente la paz al ejército de Augías, firmando una tregua ístmica, en honor a los Juegos Ístmicos, probablemente el antecedente de los Juegos Olímpicos en la Antigüedad, durante los cuales debía reinar la paz (realmente estos juegos nunca se habían celebrado, fueron una repentina invención de los corintios para poder firmar la tregua y evadirse de la desfavorable situación en la que se hallaban).
Pero Heracles no olvidó aquella puñalada por la espalda. Tres años después, aprovechó que los moliónidas y sus hombres se encontraban celebrando un festival en honor a Poseidón para tenderles una emboscada, en la que masacró al ejército de Augías y mató a su hijo Éurito y a los moliónidas, dejándole así sin sus mejores generales.
Posteriormente volvió a reclutar otro ejército entre las ciudades del Peloponeso, con el que dio el golpe definitivo. Saqueó la Élide y mató a Augías, poniendo al desterrado Fileo como rey.
Pausanias, en cambio, afirma que Heracles le perdonó la vida a Augías y le restauró en el trono, mientras que Fileo se estableció definitivamente en Duliquio. Según esta versión, a la muerte de Augías sería su hijo Agástenes quien le sucediera.
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Moliónidas o moliones: En la mitología griega se denominan moliónidas o moliones a dos gemelos llamados Ctéato y Éurito, hijos de Poseidón y Molíone. Poseidón sedujo a su madre en forma de pájaro, por lo que ambos nacieron de un huevo de plata que puso Molíone. Se les nombra también con el epíteto de actéridas, en honor de su padrastro Áctor.

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