Wifredo Lam es un pintor cubano de padre chino y madre afrocubana que inició sus estudios de arte en La Habana para proseguirlos después en Madrid, aprendiendo de pintores como Álvarez de Sotomayor y Vázquez Díaz. Vivió varios años en París donde trabó amistad con Picasso, y, entre 1938 y 1941, formó parte del movimiento surrealista (ilustró la obra Fata Morgana de André Breton).Puede afirmarse que la pintura de Lam presentó siempre aspectos que permiten relacionarla con el surrealismo: seres monstruosos de carácter metamórfico aparecen en contextos envolventes que actúan a modo de espesas junglas de la que no es posible escapar.
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La mañana verde (1943). Óleo sobre tela. Fundación Eduardo Constantini, Buenos Aires |
La mañana verde, también conocida como Le matin vert, Toi mon regard o Forêt vierge (1943), aparecen personajes de carácter fantástico que emergen con sus esquemáticos rostros entre estilizados juncos de una selva tropical. La atmósfera irreal está conseguida gracias a la utilización de unos extraños colores-verdes, azules, amarillos-, que, a veces, llegan a poseer una cierta fluorescencia.
En esta obra Lam representó lo que parece ser una ceremonia o práctica de santería en medio de las plantaciones de caña. Vemos salir de la vegetación a un personaje monolítico que se convierte en vehículo de varias presencias. Se trata de un cuerpo femenino alado, con cascos de caballo, que inclina la cabeza; sabemos, por estas características, que en la tradición de la santería cubana éste representa a la persona que es poseída por los espíritus, especialmente, los cascos de caballo la identifican como el cuerpo que el orishá “monta”. De su cuello se proyectan hacia la parte superior del lienzo otras cabezas, que en este caso representan a dos orishás: Eleggúa, guardián del camino, y Ogún, protector del monte y deidad del hierro. A sus pies se encuentra un copón con ofrendas de maíz y fruta, mientras el poseído sostiene en su mano derecha, teñida de rojo, las hojas del tabaco.