El carácter ornamental de la obra de Amelia Peláez es uno de los aspectos más llamativos a considerar, pues, aunque en la cuba de los años 1940 existía una tendencia generalizada en la pintura a mostrar un abigarramiento barroco, en el caso de esta artista se trata más de una solución personal que de una influencia. Son especialmente interesantes sus naturalezas muertas, ya que en ellas los elementos aparecen enmarcados en gruesas lineas negras que provienen de la admiración que la pintora siente por determinadas tallas en madera de puertas y mamparas o del embotellado de los vitrales.
Gracias al grosor de estas líneas Amelia Peláez consigue que sus pinturas presenten composiciones con una contundencia similar a la de la arquitectura. Amelia Peláez supo conjugar sabiamente ciertos vestigios del pasado con una concepción vanguardista perceptible tanto en las formas como en los colores empleados.
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