Realizado en mayo de 1912, este cuadro marca en el proceso del cubismo el inicio del empleo del collage. Pablo Picasso pegó sobre el lienzo oval un trozo de hule, cuyo estampado simulaba el trenzado de una rejilla de asiento. El efecto de engaño visual introducido por el hule que simula una rejilla, como por los papeles estampados con vetas de madera que Braque y Picasso emplearon después abundantemente en los papiers collés, es nuevo en el repertorio cubista. Se nos insta parcialmente a una satisfacción táctil en una visión que halla sugerentes fricciones en su contraste con la intangibilidad del todo.
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