Noicolas Poussin (Les Andelys, Normandía, 1594 - Roma, 1665), es el pintor más importante del siglo XVII francés y el maestro fundamental del clasicismo. Se formó en su región de nacimiento con un autor tardo-manierista y más tarde en París. Gracias a la amistad que le unía con el poeta Giambattista Marino viajó a la península Itálica y se introdujo en los medios romanos intelectuales más avanzados, conociendo al tiempo a los mecenas y protectores de las artes en la Ciudad Eterna, donde se estableció. El éxito de Poussin radica en el rechazo del caravaggismo, que comenzaba a pasar de moda, y en la adopción de los grandes ejemplos del Renacimiento, modernizados en un sentido clasicista barroco templado. Admirador de Giulio Romano, y sobre todo de Rafael, se dedicó a un clasicismo puro influido por Domenichino y por otros pintores de espíritu similar; así pronto poseyó una expresión artística personal, nacida del conocimiento de la antigüedad clásica -estudió textos, esculturas, bajorrelieves y restos arquitectónicos-, y de la profunda observación de la naturaleza. Su estiló se fue rodeando de un aura erudita de origen grecolatino y sus escenas comenzaron a aparecer compuestas con mesura y equilibrio. Hacia 1630 la influencia veneciana que alcanza a los autores del ámbito romano, enriqueció la intelectualizada estética del pintor revitalizando sus experiencias por medio del color. A lo largo de su vida ejecutó tanto escenas alegóricas, mitológicas o históricas, destinadas a una clientela escogida y culta formada por gentes letradas, como pinturas religiosas, dotadas de solemne monumentalidad, aunque a menudo frías. Aparte de estos temas se dedicó ampliamente al paisaje, unas veces como fondo de sus composiciones, y otras en calidad de verdadero protagonista; sus panoramas, bellísimos, son de una construcción lógica admirable, serenos o tempestuosos, pero con un aire de consciente intemporalidad. Poussin es el prototipo del artista filósofo, preocupado por la expresión de su arte, al que dotó de un sobrio contenido moral. Cada una de sus obras simboliza una acción humana que transmite un mensaje de notable hondura espiritual. Sus ideas se independizan del azar y sus composiciones se muestran pensadas hasta en los menores detalles. Vivió siempre en Roma, salvo un breve intermedio en París, entre 1640 y 1642. El Museo del Prado posee un conjunto de obras maestras de su mano de gran importancia y también algunas de ciertos colaboradores, seguidores e imitadores bien identificados
Paisaje con edificios (1648-1651). Óleo sobre lienzo. Museo Nacional del Prado. Madrid, España |
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