El trauma que le causó la guerra y su declaración como inútil para el servicio activo produjeron a Kirchner una profunda crisis física y mental que en 1917 le llevó a un retiro voluntario en Suiza. El artista se refugió en la montaña, junto al pueblo de Frauenkirch, cerca de Davos, donde su pintura se transformó y se llenó de nuevos temas.
Cocina alpina (1918), de Ernst Ludwig Kirchner. Óleo sobre lienzo. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid |
Durante el verano de 1918 Kirchner alquiló una cabaña alpina en Staffelalp, junto a Frauenkirch, en cuyo interior pintó esta Cocina alpina. Con una perspectiva muy distorsionada, la pintura representa una estancia decorada con estilo rústico tal y como se la describía en una carta al arquitecto Henry van de Velde: «Las habitaciones aquí son completamente inusuales, los huecos de las paredes se rellenan con musgo, y hay una maravillosa estufa panzuda». Aunque según el administrador de los bienes de Kirchner, Roman Norbert Ketterer, la figura que aparece representada junto a la mesa sería el propio artista preparando una piedra litográfica en la cocina de su chalet suizo con vistas al monte Tinsehorn, Peter Vergo considera que se trata de Erna, la entonces compañera del artista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario