En junio de 1871 Pissarro y Monet regresaron a Francia desde Inglaterra, su lugar de refugio durante la guerra franco-prusiana. Instalado de nuevo en Louveciennes, pintoresca localidad a orillas del Sena, no muy lejos de Port-Marly, donde en 1869 había alquilado parte de una casa del siglo XVIII, Pissarro continuó pintando los efectos de luz en los caminos y bosques de los alrededores. Para este gran maestro del paisajismo, el alejamiento forzoso de sus motivos pictóricos había sido muy traumático, acrecentado por el hecho de que, en su ausencia, su casa había sido saqueada por las tropas alemanas y muchos de sus cuadros destruidos. A su regreso volvió a pintar muchos de los escenarios rurales de años anteriores, como le habían enseñado los pintores de Barbizon. Pissarro, que muy pronto se convertiría en un gran impulsor de las exposiciones impresionistas y participaría en todas ellas, se mantendría fiel al nuevo lenguaje prácticamente durante toda su vida.
El bosque de Marly (1871), de Camille Pissarro. Óleo sobre lienzo. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid |
Este temprano Bosque de Marly, fechado en 1871, nos muestra un camino del bosque del Château de Marly visto desde Porte du Phare, con Marly-le-Roi al fondo, en el que aparecen varias pequeñas figuras. Está pintado a base de pequeños toques de pincel con los que consigue captar las vibraciones de la luz entre las hojas de los árboles del mismo bosque que pintaría Corot un año más tarde.
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