Historia mínima de la Biblia
La ciencia detrás del libro que más preguntas plantea
Turner
Madrid
2022
184 págs.
Está claro que el que cree no afronta la lectura de la Biblia del mismo modo que quien no cree, pero generación tras generación han sido muchos los hombres que, con fe o sin ella, han abierto la Biblia con esperanza, como el marinero que anhela, durante la niebla, hallar un faro. Aunque también se ha retorcido la Escritura y, como insisten los que porfían por restar valor a sus enseñanzas, ha sido motivo de división o enfrentamiento. Sea como fuere, se equivocaría quien leyera su contenido apartándose del mensaje que transmite: que Dios sale al encuentro del hombre.
Literatura, religión, historia, símbolo, revelación… todo ello está recogido en el que por razones obvias es “el libro de los libros”. En él hay pecados implacables y testimonios de santidad, mal y justicia, infidelidad, amor y redención. Con todo, lo maravilloso no es únicamente el inabarcable contenido de la Escritura, ni la intertextualidad que ha obsesionado a eruditos, traductores y comentadores. También roza el milagro su formación, la concreción del canon y la crónica de su recepción.
Por todo el intrincado tema de las versiones y los manuscritos nos conduce Julio Trebolle, filólogo de prestigio internacional, que explica las diferencias entre el Tanaj y la Biblia, su rica diversidad de géneros y la fidelidad del cristianismo hacia la herencia hebrea, entre otras muchas cosas. En su relato no hay teología, sino filología e historia, a pesar de que es evidente que algo falta cuando se esquiva el sentido revelado de la Escritura. Trebolle, sin embargo, consigue con éxito exponer lo que la crítica experta arroja acerca de una obra tan insólita.
Por desgracia, la Biblia es más citada que leída. Esta historia sucinta hace bien en recordar cuando puede los acontecimientos, especialmente los veterotestamentarios, para ilustrar al lector, subrayando la peculiaridad de la narración bíblica frente a las teogonías o mitos paganos. Con temor de que el analfabetismo ideológico contemporáneo cancele un legado con el que no han podido acabar ni los siglos, ni el odio, ni las disputas exegéticas, Trebolle incluye un capítulo muy certero sobre la influencia de la Biblia en la literatura, el cine, el arte o la música.
La transmisión del libro sagrado del judaísmo y el cristianismo hubiera sido una empresa condenada al fracaso de no haber despertado su lectura la fe en Dios, es decir, la confianza en que Yahveh siempre cumple su palabra. Abraham, Moisés, Job, los salmos, los profetas o las enseñanzas de Jesús, más allá de su papel en la historia de la salvación, no son leyendas para uso de creyentes, sino formas en las que se ha decantado una concepción sublime de lo humano y lo divino y constituyen el texto ineludible en el que, por fortuna, nos seguimos leyendo.