El escritor nacido en Oxford, (25 de agosto de 1949), empieza a despedirse de sus lectores con una obra que combina autobiografía y ficción.
Martin Amis, uno de los autores británicos más relevantes, discutidos, amados y odiados de las últimas décadas, ha decidido que, con setenta y dos años, ha llegado el momento de empezar a decir adiós. Ha anunciado que Desde dentro será su última novela larga y que una vez que concluya algunas obras más breves que tiene en mente, dará por terminada una excitosísima carrera literaria.
De la misma generación que Julian Barnes, Ian McEwan, Hilary Mantel o el ahora Premio Nobel Kazuo Ishiguro, Amis publicó su primera novela, El libro de Rachel, en 1973. Desde entonces, y casi por herencia (es hijo del brillante novelista y poeta Kingsley Amis) se convirtió en una celebridad, tan famoso por sus libros como por su personalidad a menudo abrasiva. Desde entonces, ha publicado muchos libros: recopilaciones de cuentos, ensayos sobre los temas más variados, muchísimo periodismo; y sobre todo novelas. Como narrador, Amis destaca por sus cualidades para la sátira (en ese sentido, es un heredero directo de escritores como Evelyn Waugh o Aldous Huxley que han fustigado la sociedad británica de su tiempo) y su dominio del lenguaje. Amis es un admirador declarado de Nabokov y, aunque a estas alturas podemos dictaminar que nunca ha escrito una novela tan completa y perfecta como Lolita, a menudo se aproxima al delicioso ingenio verbal del maestro ruso.
¿Qué nos ofrece ahora en Desde dentro? Bien, en primer lugar, que Amis haya decidido considerarlo una novela, nos recuerda aquella famosa definición del género de Camilo José Cela en la que afirmaba burlonamente que novela era cualquier libro de cierta extensión que decidiera nombrarse como tal. Desde dentro es una recopilación de materiales diversos y que, si bien es el peor punto de partida imaginable para alguien que no esté familiarizado con la obra de Amis (si hay que empezar a leerlo, mucho mejor iniciarse con sus obras magnas como Dinero, Campos de Londres o, la mejor de todas, La viuda embarazada), para sus lectores avezados es un auténtico festín. Por un lado, tenemos numerosos episodios autobiográficos y es una continuación de Experiencia, sus memorias publicadas en el 2000. Por otro lado, es una emocionada elegía a la destrucción de dos grandes inteligencias abatidas en sus últimos años por el Alzheimer: Iris Murdoch y, sobre todo, Saul Bellow, el gran novelista norteamericano en el que Amis veía poco menos que su mentor. También recoge la enfermedad y muerte de su mejor amigo, alguien como mínimo tan famoso como Amis, Christopher Hitchens. Y hay abundantes referencias a los sucesos del 11-S y aquí nos encontramos con el equivalente al elefante en la habitación. Hitchens fue uno de los grandes periodistas y ensayistas del siglo XX, según el modelo de su adorado George Orwell. Sin embargo, su impecable trayectoria intelectual quedó marcada (y manchada) para siempre cuando ese antiguo izquierdista dio su apoyo público a la administración Bush durante las invasiones de Irak y Afganistán. Amis se refiere, con su habitual tono zumbón, a las tensiones de esa época entre Estados Unidos y “la vieja Europa”, pero no entra a fondo en la cuestión, sin duda por respeto a un amigo fallecido prematuramente.
Amis nos da también lecciones sobre escritura literaria nada desdeñables, puesto que, como sabemos los lectores de La guerra contra el cliché o El roce del tiempo, es un excelente crítico; nos adentra en la obra y en la vida (sobre todo, sexual) de Philip Larkin, uno de los grandes poetas británicos del pasado siglo; nos habla de su familia y nos explica algo tan obvio como que vivimos en una época de efervescencia sentimental y antiilustrada; y nos relata un romance entre un Amis veinteañero y una mujer llamada Phoebe Phelps, tan atractiva como enloquecedora, que nos recuerda muchísimo a la Gloria Prettyman de La viuda embarazada, que durará unos años, pero cuyas consecuencias se arrastrarán a lo largo de toda su vida.
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