Los artesanos que construían las tumbas y los elementos funerarios dejaban varias pistas, como dibujos y descripciones de los obstáculos, para que el espíritu del fallecido siguiera la ruta correcta durante su viaje al más allá.
Además, las palabras mágicas y los hechizos contenidos en el Libro de los Muertos eran una guía en la que se advertía de los peligros y de la manera de superarlos.
Arriba, El Juicio de Osiris representado en el Papiro de Hunefer (ca. 1275 a. C.). Anubis, con cabeza de chacal, pesa el corazón del escriba Hunefer contra la pluma de la verdad en la balanza de Maat. Tot, con cabeza de ibis, anota el resultado. Si su corazón es más ligero que la pluma, a Hunefer se le permite pasar a la otra vida. Si no es así, es devorado por la expectante criatura quimérica Ammyt, compuesta por partes de cocodrilo, león e hipopótamo. Viñetas como esta eran muy comunes en los libros de los muertos egipcios.
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