Los templos del antiguo Egipto comenzaban el día con un ritual para para tranquilizara a Amón, ya que su furia era capaz de acabar con el reino.
El faraón era el único que podía realizar las ceremonias sagradas diarias, pero sólo acudía al santuario para celebrar las fiestas más importantes, de manera que delegaba en los sacerdotes.
El faraón era el único que podía realizar las ceremonias sagradas diarias, pero sólo acudía al santuario para celebrar las fiestas más importantes, de manera que delegaba en los sacerdotes.
Los sacerdotes se levantan con los primeros rayos de luz. Uno de ellos, como delegado del faraón, se dirigía al santuario del dios. Allí rompía el precinto de la puerta de la naos, la sala cerrada situada al fondo del templo, y se postraba ante la estatua de Amón.
El faraón recibe el anj |
El sacerdote trabajaba durante todo el día , ya que debía limpiar el santuario, desmaquillar la estatua, lavarla, volverla a vestir, colocarle la corona, perfumarla, y maquillarla de nuevo.
El sacerdote debía devolver la vida espiritual a la estatua, para lo cual debía realizar el rito de la apertura de la boca, que le permitiría alimentarse de las ofrendas recibidas. A continuación sellaba la puerta y abandonaba el santuario.
Los dioses entregaban al faraón el anj o llave de la vida - una cruz con usa en la parte superior-, y el cetro de la salud.
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