sábado, enero 16, 2016

Arte en España e Hispanoamérica en el siglo XX (VIII)

La tendencia cada vez más clara a la abstracción inherente al cubismo analítico fue uno de los motivos por los que Picasso decidió, a finales de 1911, integrar fragmentos de la realidad cotidiana en el cuadro. De esa idea nace el collage. La inserción de papeles de periódicos, revistas, etiquetas, cartas de la baraja -en un primer momento., y elementos tridimensionales diversos -más tarde-, hará evolucionar la técnica del collage hasta convertirse en la del assemblage.
Pablo Ruíz Picasso: Sifón, vaso, periódico y violín. Collage. Museo de Arte Moderno, Nueva York, Estados Unidos
La ampliación del repertorio de posibilidades en la concepción de una obra pictórica o escultórica, gracias a la incorporación de tales técnicas, resulta realmente impactante. Tan sólo hay que recordar las  realizaciones del propio Picasso o bien las de otro de los artistas españoles instalados en París, Juan Gris (1887-1927). El cubismo de Gris resultó extraordinariamente peculiar, en tanto que su concepción de collage difirió mucho de la de Picasso. Además su gama cromática y su sentido de la composición también fueron muy distintos. 
Juan Gris: El lavabo, 1912. Óleo y espejos pegados sobre tela. Colección particular, Paris, Francia
Juan Gris es una de las figuras más relevantes del cubismo. Podemos considerarle el tercer maestro de esta vanguardia tras sus creadores, Pablo Picasso y Georges Braque, aunque a diferencia de ellos es el pintor más puramente cubista porque su obra se mantendrá en el estilo cubismo sintético casi desde que sale a la palestra como pintor en 1912 hasta su muerte en 1927.
Juan Gris: Jarra, botella y copa, 1911. Óleo sobre lienzo. Museo de Arte Moderno, Nueva York, Estados Unidos
A la estructura lineal a modo de trama organizativa en diagonal Gris añade el collage. Ésto es lo que verdaderamente conmociona de su nuevo estilo a la sociedad artística parisina. La audacia de Gris radica en usar materiales nuevos en combinación con el óleo en dos de sus cuadros, El lavabo y El reloj. En El lavabo introduce trozos de espejo reales que no sólo representaban en sí este objeto de tocador, sino que también reflejaban el rostro de cada espectador que se pusiera delante de él. Esta fue una innovación que iba más allá que la de Picasso, la incorporación de la realidad, que también implicaba la participación del espectador en la realización de la imagen. Además, anticipará el siguiente desafío a la autoridad artística de Marcel Duchamp con sus "readymades".
Juan Gris: El reloj, 1912. Óleo y collage sobre lienzo. Colección privada
En El reloj, introduce por primera vez un motivo literario impreso como un elemento de collage. En concreto, el texto (no se ve bien en las imágenes porque hay que acercarse mucho) son dos fragmentos de poemas de Apollinaire que hacen referencia al amor perdido y al paso del tiempo. Gris recupera la tradición simbolista de las naturalezas muertas hechas desde el barroco en donde los objetos tienen su mensaje. El reloj de bolsillo que da nombre al cuadro, señala las once, una hora avanzada y contribuye a remarcar aún más el tono melancólico de las ideas expresadas por el poema. La etiqueta de la botella de jerez y las borlas del cortinaje, junto con los números del reloj, son detalles realistas que obligan al espectador a hacer una «síntesis visual-intelectual», es decir, a dotar de forma lógica al conjunto en su cerebro. Por otro lado, en este cuadro podemos comprobar que Gris empieza a tomarle gusto al color alejándose de los ocres y grises de otros cuadros anteriores.

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