Los sacerdotes contaron al crédulo Herodoto que el cruel Keops envió a su joven hija Hentsen a un burdel para que obtuviera con sus encantos los recursos económicos necesarios que ayudaran a la construcción de la Gran Pirámide de su padre.
La joven se esforzó por reunir la cantidad exigida pero, a la vez, consiguió los materiales para su propia tumba. Para ello, exigió el pago de la cantidad estipulada y, como propina, una piedra tallada.
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