Hacia 1615, Maximiliano I de Baviera encargó a Peter Paul Rubens (1577-1640), cuatro cuadros decorativos que representaban escenas de caza, un tema muy popular en la época y asociado a escenas de batalla. Además, Rubens se inspiró en su composición en un fresco entonces desaparecido de Leonardo da Vinci, La Batalla de Anghiari, del que copió un grabado.
En cuanto al tema de este cuadro conservado en el Musée des Beaux-Arts de Rennes, mezcla alegremente el personaje bíblico de Sansón (que lucha contra el león) con moros con turbante y fieros coraceros bávaros, y animales africanos (leopardo y león) con el tigre asiático. La precisión, histórica y zoológica, era irrelevante en ese momento. Sólo cuenta la dinámica, el ardor, la espectacularidad de la escena, incluso su brutalidad. Por otro lado, Rubens se documentó a sí mismo para representar de manera muy realista los animales salvajes entonces invisibles en Amberes. Y sobre todo, como señaló el historiador suizo Jacob Burckhardt, se abandonó “al placer supremo que le producían todas las formas de movimiento”.
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