El gran viaje
Galaxia Gutenberg
2022
344 págs.
En su última novela, El gran viaje, el autor vallisoletano combina la narración de andanzas y el periplo cultural.
En el puerto Atlántico de Funchal, en la isla portuguesa de Madeira, el innominado narrador de esta obra se encuentra con un desconocido, otro español (a pesar de que su nombre indicaría lo contrario) llamado Oliver Griffin. Este es un individuo de mediana edad verdaderamente singular. Está obsesionado con la novela de H. G. Wells, El hombre invisible, con cuyo protagonista comparte apellido y, como si temiera que fuera a desvanecerse de un momento a otro, se empeña en relatarle a su nuevo amigo ciertos episodios de su vida, “su gran viaje”, que lo condujo a la Isla Desolación, situada en el estrecho de Magallanes.
Durante varios días, el narrador (al que podemos identificar con el autor de la novela, el vallisoletano Adolfo García Ortega) se encontrará una y otra vez en las calles y tabernas de Funchal con Griffin para escuchar unas historias en las que se entremezcla la memoria familiar, un enorme culturalismo, pues todo el libro está plagado de citas y guiños de obras literarias y artísticas de distintas épocas, y el relato de viajes en su vertiente más aventurera.
Aventuras propias y ajenas, puesto que Griffin se irá cruzando con todo tipo de personajes nómadas, disparatados o en fuga perpetua. Al fondo se halla la idea quimérica de Felipe II de trasladar un ejército de autómatas –una especie de antecedentes de los robots de la época renacentista y barroca- para guarecer el estrecho de Magallanes, algo que, obviamente, fracasó, pero que hizo que una de esas extrañísimas criaturas mecánicas fuera transportada a ese lugar tan remoto e inhóspito… Un hecho que se vinculó con la tragedia personal de una mujer, Graciela Pavic, varios siglos más tarde.
Las andanzas fabulosas de Griffin están a medio de camino del Corto Maltés de Hugo Pratt y de los viajes de Maqroll el gaviero de Álvaro Mutis, dos personajes –uno del cómic y otro de la literatura- que fueron capaces de aunar romanticismo, afán aventurero y sensibilidad a la belleza.
Toda esta materia narrativa se estructura a partir de continuas “bifurcaciones” en que cada dato ofrece la oportunidad de contar una nueva anécdota y viceversa, hasta convertir esta novela en un émulo de otros laberintos de historias como Las mil y una noches o El manuscrito hallado en Zaragoza de Jan Potocki.
Lo más curioso es que, al parecer, la trama de El gran viaje surge de un libro previo de su autor, Autómata, que se publicó en 2006. Como ha indicado en una entrevista: Siempre creí que Autómata era una novela que necesitaba varias lecturas, porque encerraba algo que no había aflorado bien. Necesitaba, por tanto, una relectura que solo yo podía dar, para sacar la pluralidad de historias que encierra. Y para ofrecerle al lector una mayor claridad en una novela tan compleja. Entonces la reescribí, cambié muchísimas cosas. Decidí contarla de otro modo, sacar la mejor novela que pudiera encerrar. Y al acabar me di cuenta de que era, en realidad, otro libro, un libro nuevo, que tendrá ahora nuevos lectores.”
El gran viaje es una novela muy imaginativa y culta, en el mejor sentido de este término; y, con toda probabilidad, esos nuevos lectores serán letraheridos que, cuando abren un libro, en realidad quieren soñar con larguísimos viajes bajo constelaciones extrañas.
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