miércoles, noviembre 18, 2015

Poema: Romance de la pérdida de Alhama

    Romance de la pérdida de Alhama

  Paseábase el rey moro — por la ciudad de Granada 
desde la puerta de Elvira — hasta la de Vivarrambla. 
                —¡Ay de mi Alhama!

Cartas le fueron venidas — que Alhama era ganada. 
Las cartas echó en el fuego — y al mensajero matara, 
                —¡Ay de mi Alhama!

Descabalga de una mula, — y en un caballo cabalga; 
por el Zacatín(1) arriba — subido se había al Alhambra. 
               —¡Ay de mi Alhama!

Como en el Alhambra estuvo, — al mismo punto mandaba 
que se toquen sus trompetas, — sus añafiles de plata. 
                —¡Ay de mi Alhama!

Y que las cajas de guerra — apriesa toquen el arma, 
porque lo oigan sus moros, — los de la vega y Granada. 
                —¡Ay de mi Alhama!

Los moros que el son oyeron — que al sangriento Marte llama, 
uno a uno y dos a dos — juntado se ha gran batalla. 
                —¡Ay de mi Alhama!
Allí fabló un moro viejo, — de esta manera fablara: 
—¿Para qué nos llamas, rey, — para qué es esta llamada? 
                —¡Ay de mi Alhama!

—Habéis de saber, amigos, — una nueva desdichada: 
que cristianos de braveza — ya nos han ganado Alhama. 
               —¡Ay de mi Alhama!

Allí fabló un alfaquí — de barba crecida y cana: 
—Bien se te emplea, buen rey, — buen rey, bien se te empleara. 
                —¡Ay de mi Alhama!

Mataste los Bencerrajes,(2) — que eran la flor de Granada, 
cogiste los tornadizos(3) — de Córdoba la nombrada. 
               —¡Ay de mi Alhama!

Por eso mereces, rey, — una pena muy doblada: 
que te pierdas tú y el reino, — y aquí se pierda Granada. 
                —¡Ay de mi Alhama!
Anónimo
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(1) Zacatín: mercado de ropa.
(2) Añafiles: trompetas moras muy largas.
(2) Mataste los Bencerrajes: Muley Hacen, rey de Granada, mando matar en un salón de la Alhambra a 36 miembros de los Abencerrajes, familia noble que residía en la Alhambra y que estaba enfrentada al clan de rey, los zegríes.
(3) Cogiste los tornadizos, capturaste o encarcelaste a los cristianos que se habían convertido al Islam, pero de dudosa lealtad.

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