lunes, marzo 27, 2017

Libros: Leer

Leer

André Kértesz
Periférica/Errata naturae
2016
80 págs. 
Después del éxito del libro Tú no eres como otras madres, las editoriales Periférica y Errata naturae vuelven a unirse para presentar otro título también imprescindible, y nunca antes publicado en nuestro país.
Leer, de André Kértesz, es uno de los libros de fotografía más importantes del siglo XX. Un libro que ha sido imitado hasta la saciedad, pero único: éste es el original y ninguna imitación tiene su calidad ni su encanto. Un libro que narra –que cuenta– de otro modo: con imágenes.
Más de cuarenta años después de su primera y celebrada edición en inglés, este clásico de la fotografía –aún hoy moderno, tierno y revelador– se publica por primera vez en castellano con un prólogo escrito para la ocasión por Alberto Manguel y una nota de Robert Gurbo, experto en la obra de Kertész.
En las fotografías, tomadas entre 1915 y 1970, Kertész capturó a lectores de toda condición en momentos intensamente personales –y sin embargo universales– en cualquier lugar imaginable: azoteas, parques públicos, calles abarrotadas… Tal vez en memoria de su difunto padre, que era librero, o porque entendía profundamente la naturaleza transformadora de la palabra impresa, Kertész empezó a fotografiar a personas absortas en la lectura tan pronto como comenzó a tomar fotos; un tema que siguió intrigándolo mucho más tarde, ya en París o en Nueva York, incluso en sus viajes por todo el mundo.
Una de las primeras fotografías de esta colección –tres niños pequeños encorvados sobre el libro que uno de ellos sujeta con las rodillas– la hizo en Hungría con poco más de veinte años y fue el inicio de una serie fascinante que todavía hoy imitan muchos otros fotógrafos. Tan juguetonas como poéticas, las imágenes de este apasionante libro celebran el poder absorbente y el placer de esta actividad solitaria, y hablarán tanto a los fans de la fotografía como a los de la literatura.
André Kértesz (Budapest, 1894-Nueva York, 1985) fue uno de los fotógrafos más singulares e influyentes del siglo xx. En sus imágenes, los acontecimientos cotidianos se ven transformados por su visión poética. Como señala Alberto Manguel en su prólogo, «bajo la doble influencia del dadaísmo temprano y del incipiente periodismo fotográfico la cámara de Kertész encontró en la realidad objetiva sus límites absurdos». A pesar de que su familia deseaba que trabajara como corredor de bolsa, Kertész fue autodidacta y sus primeros trabajos fotográficos fueron publicados principalmente en revistas, una tendencia que mantuvo durante toda su carrera. En 1925 se mudó a París desde su Hungría natal, donde su acercamiento al medio ayudó a definir la mirada y el papel del fotoperiodismo y el arte contemporáneo en Europa. Kertész dejó París en 1936, ante la ascensión del nazismo en Alemania, para instalarse en Nueva York, pero no consiguió asegurarse una posición como periodista fotográfico y cayó en el olvido durante algún tiempo. Continuó construyendo su extraordinario trabajo, pero no fue hasta mitad de la década de los setenta cuando se lo reconoció como figura seminal en la historia de la fotografía. Su carrera abarca setenta y tres años, desde su cámara de placas hasta la Polaroid SX-70.

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