Una juventud en Alemania
Ernst Toller
Pepitas de calabaza
Logroño
2017
320 págs.
Traducción de Pablo Sorozábal
Prólogo de Carlos García Velasco
Escritas con incomparable rigor, delicada sensibilidad, visión poética y un fino sentido del humor, estas memorias —convertidas ya en un clásico— son una pieza fundamental para conocer los entresijos del periodo de entreguerras en Alemania y muchas de las circunstancias del ascenso del nazismo.
Esta autobiografía de Ernst Toller, que apareció en 1933 —en el momento en que comienza el triunfo de la barbarie y que coincide con la quema de sus libros en Alemania—, recorre el periodo que va desde su infancia hasta el destierro de Baviera en 1924, después de que saliera de prisión.
Como el mismo Toller dice, sin ninguna pretenciosidad por su parte, no estamos simplemente frente a su historia personal sino ante el tiempo y el espíritu de toda una generación. Es, además, un testimonio consecuente con su compromiso político y humano ya que, como él afirma, «quien calla en un tiempo como este, traiciona la tarea que hay que hacer».
Pero, además del maravilloso y lúcido recorrido por toda una época, Una juventud en Alemania es también el relato de la toma de conciencia de un joven que oscila entre la rebelión y el espíritu bohemio y aventurero. El desencanto personal de Toller —que le lleva a denostar la guerra como lo que realmente es, el más alto ejemplo de la miseria humana— es también la decepción y desengaño de una juventud burguesa encandilada por el delirio belicista que enseguida se vuelve hacia las ideas de Max Weber y el compromiso moral. Un retrato personal y a la vez generacional de aquellos jóvenes alemanes que tuvo su principal hito de rebelión en la República de los Consejos de Baviera.
La presente edición recupera la traducción del gran novelista, poeta, ensayista, traductor y músico Pablo Sorozábal (1934-2007) e incluye un prólogo de Carlos García Velasco, editor de Alikornio ediciones y de una versión en castellano de la obra de Toller Los destructores de máquinas.
Como otros jóvenes de su generación, Ernst Toller (Samotschin, Polonia, 1893 - Nueva York, 1939) se vio encandilado por una fugaz euforia nacionalista que le llevó a enrolarse en el ejército y participar en la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, la experiencia de la guerra lo convirtió en un ferviente pacifista y en un socialista revolucionario.
Al final de la contienda participó en la revolución alemana de 1918 que dio paso a la República de los Consejos de Baviera, donde llegó a ocupar la presidencia. Derrotada la revolución, Toller pasó cinco años en prisión, hasta junio de 1924. Algunas de sus obras de teatro más relevantes fueron escritas en este periodo. Una vez libre, prosiguió con éxito su carrera de dramaturgo y colaboró con Erwin Piscator.
La victoria de Hitler en las elecciones y el ascenso del nazismo le obligaron a exiliarse en Inglaterra, primero, y en EE. UU., después. A partir de ese momento consagró su vida a la lucha contra el fascismo y a la causa de la humanidad.
En 1938 viajó a España. Impresionado por las condiciones de vida en la zona republicana («Nunca olvidaré los rostros de aquellos depauperados niños españoles», confesó a su amigo Hermann Kesten), fundó el Spanish Relief Plan para canalizar la ayuda a los hijos de los combatientes republicanos. Toller dedicó al Plan todos sus recursos económicos y sus energías. Sin embargo, el imparable avance del fascismo en Europa —que tuvo en la derrota de la República española uno de sus momentos clave— supuso para Toller un golpe irreparable; poco después de la entrada de las tropas de Franco en Barcelona, el 22 de mayo de 1939, se suicidó en un hotel de Nueva York.
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