Los sacerdotes del bajo clero trabajaban por turnos, de manera que desempeñaban sus cargos durante dos meses al año y los otros diez los dedicaban a sus labores particulares y al cuidado de sus tierras. Mientras ejercían sus cargos, recibían carne, vestidos y una ración diaria de pan, cerveza y cereales para que estuvieran contentos y bien alimentados.
Los sacerdotes del alto clero gozaban de las mismas ventajas, aunque obtenían mayores beneficios y un contrato indefinido.
Un hijo del difunto Sennedjem, vestido con una piel de leopardo, realizando las funciones de «sacerdote sem» |
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