El héroe griego Orfeo, príncipe de Tracia, fue el músico más importante del mundo antiguo. Se decía que su voz y su música de lira eran tan armoniosas que hasta las piedras y los árboles respondía a ellas. Cuando su esposa Eurídice murió, Orfeo decidió emplear sus habilidades como músico para resucitarle. Estamos ante una historia de valentía y heroicidad que acabó trágicamente y que ha inspirado a muchos artistas: compositores, escritores, pintores, directores de cine...
Orfeo representado en un mosaico romano. Museo Arqueológico Regional de Palermo. |
Cuando la amada esposa de Orfeo, Eurídice, murió a causa de la mordedura de una serpiente, nuestro héroe decidió realizar un peligroso viaje a los infiernos para recuperarla. Cuando llegó, tocó y cantó para Hades y Perséfone, que se sintieron conmovidos por su elocuente música.
Hades le dijo a Orfeo que podía llevarse a su esposa de vuelta a la tierra de los vivos con una única condición: que cuando la sacara de los infiernos no la mirara. La pareja inició su viaje, pero al final Orfeo no pudo resistirse a mirar a su amada esposa. Inmediatamente, Eurídice fue obligada a detenerse. Hades la devolvió a los infiernos y Orfeo tuvo que volver solo.
Orfeo nunca se volvió a casar y murió de forma terrible, cuando las menades, borrachas, le desgarraron el cuerpo, furiosas por su falta de interés por las mujeres. Milagrosamente, su cabeza llegó flotando a la isla de Lesbos, cantando mientras flotaba.
El mito de Orfeo en el arte:
Literatura:
- A una sangría de un pie de Góngora
- Orfeo burlesco, de Francisco de Quevedo
Herido el blanco pie del hierro breve,
Saludable si agudo, amiga mía,
Mi rostro tiñes de melancolía,
Mientras de rosicler tiñes la nieve.
Temo (que quien bien ama, temer debe)
El triste fin de la que perdió el día,
En roja sangre y en ponzoña fría
Bañado el pie que descuidado mueve.
Temo aquel fin, porque el remedio para,
Si no me presta el sonoroso Orfeo
Con su instrumento dulce su voz clara.
¡Mas ay, que cuando no mi lira, creo
Que mil veces mi voz te revocara,
Y otras mil te perdiera mi deseo!
Orfeo por su mujer,
dicen que bajo al Infierno;
y por su mujer no pudo
bajar a otra parte Orfeo.
Dicen que bajó cantando
y por sin duda lo tengo,
pues en tanto que iba viudo,
cantaría de contento.
Montañas, riscos y piedras
su armonía iban siguiendo,
y si cantara muy mal
le sucediera lo mesmo.
Cesó el penar en llegando
y en escuchando su intento,
que pena no deja a nadie
quien es casado tan necio.
Al fin pudo con su voz
persuadir los sordos reinos;
aunque el darle a su mujer
fue más castigo que premio.
Diéronsela lastimados,
pero con Ley se la dieron:
que la lleve y no la mire,
ambos muy duros preceptos.
Iba el delante guiando,
al subir; porque es muy cierto
que al bajar son las mujeres
las que nos conducen, ciegos.
Volvió la cabeza el triste;
si fue adrede, fue bien hecho;
si acaso, pues la perdió,
acertó esta vez por yerro.
Esta conseja nos dice
que si en algún casamiento
se acierta, ha de ser errando,
como errarse por aciertos.
Dichoso es cualquier casado
que una vez quedó soltero;
mas de una mujer dos veces,
es ya de la dicha extremo.
- Orfeo (1624), de Juan de Jáuregui.
Gozaba juvenil el Trace Orfeo
De libre edad la primavera ociosa,
Dando á sus afios regalado empleo
La lira dulcemente numerosa:
No al vinculo legal del Himeneo
Afectos cede , ni á ia Cipria Diosa,
Qual si anteviera el ánimo presago
Ya por su medio el venidero estrago.
Ama su voz, que en dulce melodía
de otro amor le divierte, i le enagena;
bien que la misma voz, con tirania,
toda hermosura libre a amar condena:
assi que en unas armas poseía
propria defensa, con ofensa agena,
siendo el sonoro canto (mientras pudo)
del Amor flecha, i a su flecha escudo.
Mas entre las beldades que atropella.
De inquieta llama causador y esento.
Fué la excepción Eurídice mas bella.
Que impuso apremios á su libre intento:
Ama vencido el que imperava, i ella
Juzga felicidad el vencimiento.
¡Ay quántas veces aduló engañosa
La desdicha , con máscara dichosa!
En la Ninfa gentil toda belleza
Su imperio ostenta, explica su tesoro,
Cielos cifra su rostro, su cabeza
Vierte sobre los hombros lluvias de oro:
Allí el halago, y virginal terneza
Gozo prometen y originan lloro:
Allí entre flores de vivaz semblante
Acónito mortal gustó el amante.
A Euridice, ya Numen de hermosura,
Cintia i Venus beldades inferiores
postran como a la luz del Sol mas pura
plebeyos astros ceden esplendores,
o a la rosa, que el murice pupura
cetro oloroso las silvestres flores.
Su docil genio, su pureza onesta
reciben culto de Minerva i Vesta.
Emulo varonil, hermoso opuesto
Fué el joven de la Ninfa generosa.
Donde el mérito pudo, contrapuesto,
Solicitar la unión mas amorosa:
Un pecho y otro á dominar dispuesto
Emprendió la victoria presurosa,
Mas á un tiempo, en amar, no precedidos
Se hallaron vencedores y vencidos.
A indisolubles vinculos estrechos
ya reduzen alternas aficiones,
i en la especie de Dicha satisfechos
se consienten reciprocas prisiones:
ya alverga un coraçon en ambos pechos,
o bien un alma en ambos coraçones:
fin que otorgassen al consorcio dino
piedad las amenazas del Destino
Cautelar pudo al advertido esposo
(Mas al amor la providencia implica)
De azares el concurso temeroso,
Que ya en su boda breve llanto indica.
No asiste Juno; no loquaz i airoso
El Dios nupcial su ceremonia esplica;
De obscura antorcha, con desorden ciego
Arde en su mano, reluchando el fuego.
- Los sonetos a Orfeo (Sonette an Orpheus), de Rainer Maria Rilke. Todo el ciclo de los 55 Sonetos a Orfeo fue escrito por Rilke en un rapto de inspiración en febrero de 1922, algunos días después de terminadas sus famosas Elegías del Duino.
Soneto Nº 2 de la Primera Parte
Era una niña casi; nació
de una felicidad conforme de canto y lira,
clara brillaba a través de sus velos de primavera
y un lecho se hizo en mi propio oído.
Y ella durmió en mí. Y todo era su sueño.
Los árboles que admiré un día,
la pradera sentida, esa sensible lejanía
y todos los asombros que me conmovieron.
Ella durmió el mundo. ¿Cómo, oh dios del canto,
la creaste, para que no anhelara primero
estar despierta? Mira, ella nació y durmió.
Su muerte, ¿dónde está? ¡Oh!, ¿inventarás aún este tema
antes que se consuma tu canto? ¿Hacia dónde,
desde mí, se hundirá ella?... Era una niña casi...
Música:
- L'Orfeo, favola in musica (1607), ópera de Claudio Monteverdi.
Portada de L'Orfeo (1609) |
- Eurídice (1660), ópera pastoral de Jacopo Peri.
Portada de la primera edición |
- Orfeo y Eurídice (1762), ópera de Christoph Willibald von Gluck.
- Orfeo S.98 (Orpheus) (1853-1854), poema sinfónico de Franz Liszt. Es un poema sinfónico compuesto por Franz Liszt entre 1853 y 1854. Es el cuarto de su ciclo de trece Poemas sinfónicos escritos durante su periodo en Weimar. Fue representado por primera vez el 16 de febrero de 1854, dirigido por el propio compositor, como una introducción de la ópera de Christoph Willibald Gluck Orfeo y Eurídice. El motivo de la representación fue la celebración del cumpleaños de la gran duquesa María Pávlovna Románova, que era una música aficionada y mecenas del compositor en Weimar.
- Orfeo en los infiernos (1858), ópera de Jacques Offenbach.
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