Albert Ràfols Casamada tuvo un período inicial figurativo, pero a finales de los años 1950 eliminó toda referencia a la realidad circundante para trabajar recurriendo a un lenguaje abstracto-informal, en el que lo esencial sería el color. La gran capacidad del artista para crear sugerentes y atractivos campos cromáticos en tonos azules, rosados, malvas, ocres o amarillos es uno de los factores más interesantes a destacar de su pintura.
Composición (1960). Óleo sobre tela. Mueso Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, |
Por otra parte Ràfols no deja de incluir en su composiciones zonas de pinceladas gestuales, cuya función es dinamizar y equilibrar las pinturas. La enorme sensibilidad que irradian sus telas es similar a la que pueden hallarse en su obra literaria, en especial, en sus poesías. Estas dos vertienetes artísticas se han fundido en la elaboración de una abstracción poética pictórica fruto de una pensada gestación, cercana a elementos de la vida cotidiana.
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