Hermafrodito era hijo de Hermes, el mensajero de los dioses, y de Afrodita, diosa del amor. Cuando tenía quince años, el hermosísimo joven comenzó a recorrer el mundo y, en Asia Menor, llegó al lago en el que vivía la náyade Salmacis. Hermafrodito se acercó y la ninfa al ver su reflejo en el agua, se enamoró del joven. Él la rechazó pero decidió bañarse en las aguas cristalinas del lago.
La metamorfosis de Hermafrodito y Salmacis (ca.1517), por Jan Gossaert |
Apenas entró, Salmacis se abrazó a él, lo arrastró a las profundidades y rogó a los dioses que los unieran de manera que no pudieran separarse jamás. Los dioses escucharon sus ruegos y fundieron sus cuerpos en un solo ser con los dos sexos. Hermafrodito, por su parte, obtuvo de ellos que todo hombre que se bañara en las aguas del lago perdiera su virilidad.
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