Los griegos conocía la habilidad de los gatos como cazadores de ratones, por lo que intentaron comprar una pareja en Egipto para hacerlos criar en su país. Sin embargo, los egipcios no aceptaron debido a la naturaleza sagrada de este animal.
Los griegos lograron robar unas seis parejas y la llevaron a Atenas. Según la tradición, los gatos europeos derivan de ellas.
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