Alejandro Magno, rey de Macedonia y conquistador de Persia, pidió que, a su muerte, lo momificaran y, según los historiadores antiguos, los embalsamadores mantuvieron su cadáver en miel durante dos años. Su general y amigo Ptolomeo lo llevó a Menfis en Egipto.
Detalle de mosaico. Pompeya, Italia. |
Ptolomeo II Filadelfo ordenó el traslado del cadáver a Alejandría. La momia fue puesta en un sarcófago de oro recubierto con piedras preciosas y depositada en una bóveda en el centro de la ciudad. Años después Ptolomeo IV Filopator construyó un gran mausoleo para sus antepasados y ordenó que la momia de Alejandro fuera depositada allí. Ptolomeo IX mandó sustituir el sarcófago original por uno nuevo de alabastro translúcido. El emperador romano Septimio Severo selló la tumba en el siglo III de nuestra Era.
Desde entonces, las leyendas y las pistas falsas sobre la última morada de Alejandro se han sucedido. El paradero de la tumba se desconoce y es considerado otro Santo Grial de la arqueología moderna: el cadáver del general macedonio, tan necesario para especificar las circunstancias de su temprana muerte a punto de cumplir los 33 años.
Busto de Alejandro Magno como Helios. Museos Capitolinos, Roma, Italia |
En 1977 años fue descubierta la tumba de Filipo II, padre de Alejandro Magno, junto a una necrópolis en Vergina Egas, la que fuera capital de la Macedonia en tiempos del gran Alejandro Magno. En 2008, Esta vez, en ese mismo lugar en Vergina, pero curiosamente fuera de la necrópolis y en un lugar sagrado -el templo de Euclea-, sorprende un nuevo hallazgo. Un grupo de expertos de la Universidad Aristóteles de Salónica, han encontrado una corona de oro dentro de un cántaro fúnebre. En el interior de ese pequeño recipiente de bronce había sumergida en agua una corona de oro en forma de hojas de roble, sobre restos óseos humanos. ¿Podría ser la tumba de Alejandro?
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