sábado, julio 27, 2024

Rosario de Velasco, pintora figurativa española (I)

El Museo Thyssen-Bornemisza inicia su temporada estival con la exposición de la pintora figurativa Rosario de Velasco, una de las grandes artistas olvidadas de la primera mitad del siglo XX. La muestra permanecerá abierta hasta el 15 de septiembre y después viajará al Museo de Bellas Artes de Valencia.
La exposición pretende dar visibilidad y reconocimiento a la artista, cuya obra está presente en los grandes museos estatales. En el Museo Reina Sofía se encuentra uno de los cuadros más famosos de Velasco, Adán y Eva (1932), que ella había titulado Eva y Adán por el papel dominante de la mujer; en el Museo de Bellas Artes de Valencia se exhibe La matanza de los inocentes (1936), un enorme lienzo expresionista pintado donde algunos ven el preludio de la Guerra Civil; Maragatos (1934) se halla en el Museo del Traje, y en el Centro Pompidou de París se encuentra Carnaval (antes de 1936), que evoca las máscaras de James Ensor y la influencia de Maruja Mallo o de José Gutiérrez Solana.
Adán y Eva (1932)
A pesar de este legado museístico, gran parte de la obra de la artista estaba en paradero desconocido y ha sido un verdadero reto encontrarla. Gracias a su nieto Víctor Ugarte Farrerons, tenemos un valioso relato de la abuela lleno de anécdotas y pequeños detalles de familia. Por otra parte, hay que destacar la implicación emocional de su sobrina nieta, Toya Viudes de Velasco (comisaria de la exposición junto con Miguel Lusarreta), quien desde pequeña sintió fascinación por aquel cuadro de Lavanderas que colgaba en una de las paredes de su casa. El enorme lienzo tenía un valor sentimental añadido, ya que fue el regalo de bodas que Rosario había hecho a su hermano Luis (abuelo de Toya) en 1936.
Retrato del doctor Luis de Velasco, ca. 1933
Para entender lo que ha supuesto el montaje de la exposición, que por cierto se ha hecho en un tiempo récord, tenemos que resaltar la generosa respuesta de la campaña lanzada en redes por Toya Viudes para encontrar la obra dispersa de la artista. Se han recuperado muchas obras, aunque algunas estaban mal conservadas y han tenido que ser restauradas para devolverles su luz primigenia.
La tragedia de la guerra
Rosario de Velasco nació en Madrid en el año 1904. Su padre fue un destacado militar, hombre culto al que le gustaba mucho leer, amante del arte y acuarelista; por ello inscribió a sus hijas Rosario y Lola en el taller de pintura de Álvarez de Sotomayor (director del Museo del Prado). De su madre, Rosario Belausteguigoitia, heredó el tesón y el espíritu fuerte, así como una religiosidad profunda que mantuvo a lo largo de su vida. “Era una mujer de misa diaria, tolerante y abierta a la modernidad”, comenta su nieto.
El cuarto de los niños (1932-1933)
Durante la Guerra Civil la artista pasó grandes dificultades que la obligaron a salir de Madrid; fue militante de la Falange y de la Sección Femenina del Movimiento Nacional. Se sabe que le unía una estrecha amistad con José Antonio Primo de Rivera y su hermana Pilar. 
“Vivíamos en una casa grandísima con siete balcones que daban al Paseo de Rosales. De esa casa no queda nada, ya que durante la guerra quedó deshecha. Pero para mi vida y la de mis hermanos ha quedado un recuerdo perenne”, confesaba la artista. Después se trasladarían a otro domicilio, donde, en 1936, los republicanos se presentaron a detenerla por haber defendido a unas monjas que estaban siendo increpadas. Finalmente no fue arrestada, pero el incidente la hizo trasladarse a Valencia y después a Barcelona, ciudad donde sería encarcelada y condenada a muerte. Se libró de la ejecución gracias al médico Javier Farrerons, que consiguió sacarla de prisión escondida en un carro, y con quien después se casó. Esos terribles momentos la sacudieron en lo más íntimo, sobre todo cuando se enteró de que su compañera de celda había sido fusilada.
Niñas con muñecas (1937)
(cont.)

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