A los 10 años escapó de su casa para subir a un barco que lo llevaría a vivir aventuras en la India, pero su padre lo detuvo en el puerto. Nacido un 8 de febrero de 1828, en Nantes, Francia, Jules Gabriel Verne, conocido en los países hispanohablantes como Julio Verne estaba destinado a seguir una tradición familiar con varias generaciones de Abogados, pero luego de graduarse en París en 1849, y trabajar incluso como corredor de bolsa, animado por Alejandro Dumas, fué en busca de su sueño de ser escritor.
Pasaba largas horas en las bibliotecas, estudiando geología, ingeniería y astronomía, conocimientos que luego volcaría en sus historias. Verne se dio cuenta de que nadie había creado un relato en el que se mezclara una trama aventurera con hechos reales, con una base científica. Así, combinando esas narraciones de ficción con los recientes descubrimientos y exploraciones de su época, él había encontrado un innovador género literario que no tardó en denominar roman scientifique (novela científica), en un momento donde la ciencia en la Francia del II Imperio (1852/70) gozaba de gran prestigio.
Su bra Cinco semanas en globo, fue ofrecida sin éxito en algunas editoriales que la rechazaron, pero Pierre-Jules Hetzel, creador de Bibliothèque d’Education et de Récréation, que recopilaba trabajos individuales con esa nueva temática, pensó que éste joven y desconocido autor tenía potencial. Así se inició una relación de 25 años, de la que surgieron más de 60 obras como Viaje al centro de la Tierra, De la Tierra a la Luna (1865), Veinte mil leguas de viaje submarino (1870) y la más vendida de todas, La vuelta al mundo en 80 días (1873), que terminaron de consagrarlo.
Gran admirador de Poe, en 1864 escribió un libro de ensayos; Edgar Poe y sus obras”, coincidiendo con la publicación de “Cinco semanas en globo”, donde se nota la influencia de los cuentos de Poe como El camelo del globo y La incomparable aventura de un tal Hans Pfaall, en el que se relata un viaje a la luna en globo. Aparecida en 1867, y publicada por entregas durante dos años en la revista Le magasin d’Éducation et de Récreation, su novela Los hijos del capitán Grant se convirtió en otro gran éxito.
Sus obras anticiparon desde el submarino a los viajes espaciales, desde trenes de alta velocidad, telecomunicaciones, capitales superpobladas y el teléfono, hasta las guerras bacteriológicas y las videoconferencias, casi un siglo antes. En su novela París en el siglo XX (1863), publicada póstumamente, incluso habla de una red internacional de comunicaciones, la describe como algo parecido a un telégrafo mundial, que conectaría todos los países para compartir información. Estaba profetizando Internet. En Robur el Conquistador (1886), también predice al helicóptero al describir la nave Albatros que vuela impulsado por hélices.
En la última etapa de su vida, sus obras adquieren un tono más pesimista. Así en Los 500 millones de la Begún (1879), advertía del peligro que entrañaba poner la tecnología al servicio de los imperialismos, con el uso del gas tóxico y los misiles aéreos, que aparecerán 35 años después en la I Guerra Mundial.
El 24 de marzo de 1905, Verne murió en su hogar, sita en el bulevar Longueville 44 (actualmente bulevar Julio Verne). Fue enterrado en el cementerio de La Madeleine, ubicado al noroeste de Amiens, en cuya tumba se representa a Verne emergiendo del sepulcro, obra del escultor Albert Roze.
Es uno de los escritores más fecundos y leídos de la historia, y también el autor más traducido tras Ágatha Christie. Es el padre del relato de ciencia-ficción moderno, junto a H.G. Wells, y el primero en emplear la ciencia y la tecnología para brindar una nueva perspectiva del mundo, donde ser humano y máquina funcionan en admirable sincronía para expandir las fronteras del Universo y descifrar sus misterios, y se unen en ese maravilloso viaje del conocimiento.
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