Sin duda, se trata de Juana de Castro «la Desamada». Pedro el Cruel se enamoró de ella y pese a la existencia de un matrimonio anterior con Blanca de Navarra, contrajeron matrimonio en la primavera de 1354 en la iglesia de San Martín de Cuéllar, si bien con la ayuda de dos obispos perjuros, los de Ávila y Salamanca. Juana recibió el alcázar de Jaén y los castillos de Dueñas y de Castrojeriz en concepto de arras, aunque el único que permaneció en su poder fue el de Dueñas. Fruto de esa unión nació un hijo.
Sepulcro de la reina Juana de Castro, segunda esposa de Pedro I el Cruel, rey de Castilla y de León (Catedral de Santiago de Compostela) |
Al día siguiente, y una vez satisfechos caprichos y deseos, la abandonó y no volvió a verla jamás. Sin embargo, Juana nunca quiso renunciar a al título de reina de Castilla que sólo había "ejercido" durante unas horas, y con semejante honor se retiró a la villa de Dueñas, donde murió en la ancianidad.
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