En 1556 tras abdicar de todas sus potestades, el emperador Carlos V se retiró a la comarca de La Veram al noroeste de Cáceres, y en concreto al Monasterio de San Jerónimo de Yuste, en busca del sosiego merecido tras su ajetreada vida. La elección no debe extrañar. Tal era la fama de la comarca que, por su bondad climática y apacibles paisajes, Estrabón fijó en ella los míticos Campos Elíseos, donde habitaban los dioses y donde encontraban el descanso las almas de los virtuosos, héroes e iniciados.
Quizá fue esta última condición la que decidió la voluntad del César Carlos tras agotarse en sus batallas contra los turcos, los protestantes y los franceses, pues un poco de paz siempre es bienvenida tras la guerra. ¿Optarán algunos "emperadores" contemporáneos por el discreto retiro monacal? Ésta si que es una pregunta con historia.
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