Esta es una de las pinturas favoritas del museo. Pero los visitantes, ocupados en fijarse en lo mal que se "sientan" estos comensales frente a lo que ahora se llama mesa alta -un nombre horrible-, ¿siempre se fijan en lo que los cuatro personajes engullen con un gran cucharón de madera?
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Los comedores de requesón (1580), de Vincenzo Campi. Óleo sobre lienzo. Museo de Bellas Artes de Lyon |
La obra presenta, sobre un fondo negro, a cuatro personajes – tres hombres y una mujer – en torno a una mesita sobre la cual hay un plato con un requesón (en italiano, ricotta) que comparten. Aparecen confinados en el cercano encuadre, las manos de tres de ellos encima de la mesa, llenando todo el espacio de la pequeña pintura. Los protagonistas ríen con ganas, los dientes visibles, y su pertenencia a las clases bajas es clara por sus ropas humildes, expresiones campechanas y actitud nada refinada. Cada uno de ellos tiene un gesto que traduce un momento específico de la consumición del alimento: el hombre de la izquierda, con una gorra roja sobre la cabeza y manteniendo una cuchara grande de madera llena en su mano izquierda, aparece con la boca llena; junto a él, un poco atrás, otro hombre se apresta a engullir el bocado mientras se agarra, con la mano derecha, al hombro de su compañero a la derecha; el tercer hombre, con perilla, adelanta su mano hacia el requesón para tomar un trozo; finalmente, la mujer, con un vestido verde muy escotado y un collar de cuentas rojas, y mirando al espectador, mantiene la cuchara en su mano derecha, aun sin servirse.
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