El imponente cuadro (de casi 4 × 6 metros) se originó en un viaje del artista a los Países Bajos, donde contempló y admiró La ronda de noche, de Rembrandt. En 1851, Courbet instaló su caballete en un cuartel de Poissy, donde llegó a hacer que los extras ensayarán la escena nocturna a la luz de las antorchas. Al mismo tiempo estalló la insurrección que siguió al golpe de Estado de Luis Napoleón Bonaparte. El bombero del primer plano, que participó en la rebelión, también será deportado a Argelia. Gustave Courbet, por su parte, permanecerá cauteloso en el fondo de los acontecimientos, a diferencia de su implicación en la Comuna, que le valdrá la prisión, el exilio en Suiza y un final de su vida en la más completa indigencia.
Les Pompiers couran à un incendie (1851), de Gustave Courbet. Óleo sobre lienzo. Petit Palais, París |
Como para el Enterrement à Ornans (Museo d’Orsay, Paris), el movimiento giratorio iniciado por los bomberos desbarata el aspecto longitudinal de la composición, que agrupa a todos los personajes en la mitad inferior del lienzo. Este movimiento, amplificado por los gestos de los brazos, parece extenderse más allá del lienzo, hacia el visitante que está frente a él. Courbet reservó la mitad superior del cuadro para el paisaje urbano, cuyos planos oblicuos marcan la composición. En un llamativo atajo, Courbet evoca la renovación urbana que se inicia en la capital yuxtaponiendo, a la derecha, un portal gótico, símbolo de la ciudad medieval, y una farola de gas, símbolo de la ciudad luz en construcción.
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