martes, abril 26, 2022

Libros: El árbol del agua

El árbol del agua

Tonino Guerra
Pepitas
Logroño
2022
184 págs.
Prólogo y traducción
de Juan Vicente Piqueras
Linograbados de Carlos Baonza
Tras recuperarse de una grave enfermedad a mediados de los años 1980, Tonino Guerra, guionista entre los guionistas más reconocidos de la historia del cine —a él debemos los inolvidables escenarios de películas como Amarcord, Y la nave va, Cristo se detuvo en Éboli o Nostalgia—, se retiró a su Emilia Romaña natal para empezar «una nueva vida», lejos de las «uñas» de la gran ciudad. Convertido en una especie de artista del Renacimiento —pintaba, escribía, diseñaba muebles, estufas, manteles, macetas, floreros, jarras, muñecas, tazas, cojines, toallas, tapices, mosaicos, fuentes, jardines, relojes de sol—, este «poeta consciente de ser animal, de ser naturaleza, y de que la belleza es el principal alimento del alma humana» se dedicó también a observar y a dejar constancia de sus vivencias y recuerdos en una obra poética escrita en dialecto que sin duda se encuentra entre las más hermosas y sorprendentes de su generación, si no de toda la literatura italiana del pasado siglo. No en vano, la escritora Elsa Morante dijo de Tonino Guerra que era «el Homero de la civilización campesina».
El presente volumen, que hemos titulado El árbol de agua —porque así llamaba Tonino al río Marecchia, artífice de ese paraíso, la Valmarecchia, que el autor inmortalizó en su obra—, recoge tres de los libros más importantes del genio romañolo, La miel, El viaje y El libro de las iglesias abandonadas, traducidos (e introducidos) por el poeta Juan Vicente Piqueras y acompañados por unos impresionantes linograbados del pintor, escultor y grabador Carlos Baonza.
Tonino Guerra nació en 1923 en Santarcangelo di Romagna, cerca de Rímini, en la Romaña, y fue uno de los guionistas italianos —mejor dicho, europeos— más reconocidos del siglo XX. Baste citar algunas de las más de ochenta películas —Amarcord, Y la nave va, Ginger y Fred o Cristo se detuvo en Éboli—, en las que colaboró con directores como Fellini, Tarkovski, Antonioni o Vittorio de Sica. Tras pasar por un campo de concentración nazi, trabajar durante más de treinta años en el cine en Roma y casarse en Rusia, volvió a su tierra natal y se instaló en Pennabilli, donde cultivó la poesía en sus más variadas formas hasta su muerte en 2012.

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