José Antonio Ramos Sucre (1890-1930) es uno de los más notables poetas de la literatura venezolana. No es, sin embargo, hasta los años setenta cuando las nuevas generaciones poéticas reconozcan sus aportaciones y el valor de su literatura, convirtiéndose en una referencia ineludible. La obra de José Antonio Ramos Sucre, con claras influencias de la cultura clásica y romántica, gira alrededor de temas como la desesperación, la soledad, o un cierto misticismo, lo oscuro, lo abismal y el dramatismo. Considerado uno de los más destacados escritores e intelectuales de la historia literaria de Venezuela. Su poesía, escrita en prosa, ha sido objeto de muchos análisis con la intención de catalogarla, sin éxito, como vanguardista o pre-surrealista. Es por eso que pertenece a la Generación del 18, generación que es difícil de clasificar en un estilo determinado. La crítica literaria coincide y le reconoce un rechazo al criollismo que reinaba en el ámbito literario venezolano e identifican en su poesía una recurrente supresión del «que» relativo y el cultivo del monólogo y el «yo». La temática que empleó Ramos Sucre en su obra estuvo caracterizada por el uso frecuente del simbolismo, la mitología, personajes históricos venezolanos, lo fantástico y esotérico; el tema de la muerte ocupó un gran espacio en su producción literaria. Su vida personal, universitaria y profesional estuvo signada por las vicisitudes propias de las guerras civiles en su país y, en especial, el gobierno del General Juan Vicente Gómez (1908-1935) quien gobernó Venezuela, como dictador, durante su transición rural a la petrolera. Ramos Sucre libró una larga lucha contra el insomnio hasta que cometió suicidio en Ginebra, Suiza, en el año 1930.
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