Odoacro, rey de los hérulos, derroca al último emperador de Roma, Rómulo Augústulo, el 4 de septiembre de 476. Este hecho marca el fin del Imperio Romano: desaparece el imperio occidental mientras que el imperio oriental bizantino sobrevive hasta la caída de Constantinopla, en 1453.
El Imperio Romano de Occidente estaba sumido en graves conflictos políticos, económicos y sociales desde hacía mucho tiempo mientras diferentes pueblos germánicos construían reinos en los territorios europeos que habían formado parte del todopoderoso imperio de Roma.
Tremís de Rómulo Augusto |
Tres fechas son decisivas en la caída del Imperio Romano: la batalla de Andrinopla (9 de agosto de 378), la invasión y saqueo de Roma (390) por los galos, que nunca había sido invadida durante ocho siglos, y el derrocamiento del último emperador de Roma (4 de septiembre de 476). Una coalición de tribus germánicas derrotó el 9 de agosto de 378 al ejército romano durante la batalla de Andrinopla, en las llanuras al noroeste de la ciudad romana de Adrianópolis, actualmente Edirne, en la Turquía europea. Esta derrota marca el inicio del declive real irreversible del poder de Roma, con la progresiva pérdida de autoridad sobre su vasto dominio territorial. Unos años más tarde, en el 386, una gran invasión de pueblos godos impone a Roma importantes pérdidas territoriales.
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