Chicas e instituciones
Traducción de Alexandra Rybalko
Errata naturae
Madrid
2022
112 págs.
Al fin se hace audible un coro de mujeres que habitualmente se pierde en el estruendo de la maquinaria estatal. Un retrato —feminista, poético, afectivo y lleno de rabia y humor— de la Rusia de Putin de la mano de un brillante nuevo talento de la literatura rusa, que durante años fue una de las «chicas» de este libro, hasta que tuvo que exiliarse por su activismo.
Son cientos, miles, pero resultan casi invisibles. Apenas las miramos, nunca las escuchamos. Trabajan en organismos culturales del Estado ruso: un mundo particular, casi tenebroso, que impone sus turbias leyes a quienes forman parte de él. Por las páginas de esta incisiva y bella obra de Daria Serenko, desfilan las «chicas» que se encuentran en los eslabones más bajos de la jerarquía cultural. Son las mujeres que preparan las exposiciones, intentan cuadrar los presupuestos, falsifican las estadísticas de asistencia y pagan el pato cuando las cosas se tuercen. Sufren acoso sexual y laboral, normalizan sus míseros sueldos y se plantean qué será de su futuro si algún día deciden ser madres. «Chicas» que ven mermada su libertad política y de expresión; que esperan un apagón para confesarse que han sido llamadas a declarar por haber participado en una manifestación o por querer afiliarse a un sindicato o simplemente que se han divorciado, porque sospechan que un gran hermano con conexión directa con el Kremlin las vigila en sus puestos de trabajo; incluso las hay que exhalan su último aliento en una silla de vigilante de museo.
Daria Serenko (Jabárovsk, 1993), poeta, curadora, activista, profesora de literatura y artista, estudió en el Instituto de Literatura Maksim Gorki de Moscú y durante años fue una de las «chicas» de las que trata su libro, pues trabajó en la galería Peresvétov Pereúlok y en la Biblioteca Nekrásov, de donde fue despedida por su activismo político. Comenzó a publicar poesía en varias revistas a los dieciséis años: sus poemas fueron aclamados por la crítica y premiados en múltiples ocasiones. En 2016, Serenko se hizo famosa por organizar la campaña «Piquete silencioso»: viajaba diariamente en el metro de Moscú con carteles con declaraciones políticas, reflexiones feministas o sobre temas sociales, así como poemas de autores rusos. Desde ese momento, su activismo ha sido imparable: el movimiento feminista en el que participa está estrechamente vinculado con la comunidad LGTBIQ+ y las organizaciones de defensa de derechos humanos. Llevan años luchando contra el régimen de Putin y tejiendo redes de ayuda y apoyo mutuo que sostienen, inspiran, resisten y protestan a pesar de la cruda persecución. Ha sido encarcelada y recibido amenazas de muerte recurrentes. A pesar de ello, en febrero de 2022, junto con otras compañeras, fundó el grupo Resistencia Feminista Contra la Guerra para protestar contra la invasión de Ucrania que lanzó un manifiesto que se tradujo a más de treinta lenguas. En marzo de 2022 se exilió a Georgia, donde vive actualmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario