Tito Flavio Vespasiano siempre se sintió orgulloso de su origen humilde. Cuando unos aduladores intentaron convencerlo de que era un descendiente del mismo Hércules, el emperador se rió de ellos y los despidió con una sonora ventosidad.
En una recepción oficial revocó el nombramiento de un hombre para un alto cargo porque éste se presentó en su oficina demasiado perfumado y acicalado. El emperador concluyó: "Hubiera preferido que fuera olor a ajo, resulta obvio que tegusta demasiado el lujo y med das miedo".
Cuando comenzó a cobrar impuestos por el uso de urinarios públicos, su hijo Tito protestó porque lo consideraba una vulgaridad. Vespasiano frotó contra la nariz del muchacho una moneda recaudada y le aseguró que no olía a orines.
Áureo acuñado entre 75 y 79, en el que aparece un retrato de Vespasiano en el anverso y una imagen de la diosa Fortuna Augusta en el reverso. |
Cuando Tito quiso casarse con su amante Berenice, su padre se lo prohibió porque ella "ya había entregado gratis las prendas naturales por las cuales uno paga con boda".
Tras beber las aguas purgantes del lago Cutilia, el emperador enfermó. En su cama, mientras sufría una dolorosa diarrea, seguía recibiendo a los funcionarios y embajadores. Cuando su mal se agravó, le dijo a Tito: "tengo la ligera sospecha que me estoy convirtiendo en una dios".
Mientras agonizaba, bañado en sus propios excrementos, Vespasiano se levantó y afirmó: "un emperador debe morir de pie", Tras lo cual, se desmayó y expiró.
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