La calvicie era la única cosa que sacaba de sus casillas al ya maduro Julio Cesar. Uno de sus más grandes amores de madurez fue el jefe galo Vercingetorix, al que derrotó en Alesia.
Estatua de Vercingetorix |
Tras ser rechazado en varias ocasiones, ordenó que el galo fuera ejecutado pero antes que le cortaran su rubia y larga melena, con la que, según algunos, se hizo una peluca.
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