lunes, agosto 19, 2019

Antigua Roma: ¡Fuego, fuego! (IX)

Cuando se declaraba un incendio en un edificio de viviendas. Marco Licinio Craso se presentaba en el lugar y exigía el pago de una cantidad muy elevada al propietario. Si éste accedía, los hombres de Craso apagaban el fuego, si se negaba, Craso se sentaba con toda tranquilidad y dejaba que el edificio ardiera. 
Busto de Craso en el Museo del Louvre, Paris, Francia
Craso llegó a ser uno de los hombres más ricos de Roma. Su gran fortuna, más la ayuda de algunos de sus clientes, le permitieron ser senador durante la dictadura de Sila

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