El río Rubicón marcaba el límite de Italia con la provincia de la Gallia Cisalpina. Julio César y sus tropas desobedecieron las órdenes del Senado y lo atravesaron, por lo que fue considerado un traidor a Roma. Tras cruzarlo, César -que ya no podía volverse a atrás en su decisión de desafiar al Senado- pronunció las famosas palabras "Alea jacta est (La suerte está echada)".
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