El político Nicias, que tenía fama de no ser un buen estratega, también organizó los coros para algunas representaciones teatrales, donde obtuvo grandes éxitos.
En una ocasión, un esclavo suyo participó en uno de estos coros. El efebo, tan imberbe como bien parecido, representó el papel del dios Dionisio con tanta gracia que el público entusiasmado lo aplaudió durante un buen rato. Nicias muy a su pesar, olvidó el alto precio del esclavo y anuncio: "resulta sacrílego que un joven tan parecido a un dios continúe en la esclavitud. Muchacho, a partir de ahora eres libre".
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