Hasta el Imperio Nuevo que comenzó con la XVIII dinastía en 1543 a. de C., los egipcios no tenían un gran interés en consignar las hazañas bélicas de sus reyes. A partir de entonces la conquista de nuevas tierras se convirtió en el principal objetivo de los faraones, que dejaron numerosos testimonios de sus hechos militares para demostrar que su reino era mayor que el de sus antecesores. El ejército egipcio no dispuso de carros tirados por caballos hasta que los hicsos ocuparon el país, entre 1645 y 1537 a. de C. y difundieron sus uso como arma ofensiva.
Los carros de guerra eran agrupados en escuadrones de unos 50 vehículos, cada uno de los cuales era manejado por dos personas: un conductor y un guerrero. El guerrero solía pertenecer a las familias ricas, ya que debía pagar una cantidad considerable para tener el privilegio de utilizar el carro, mientras que el conductor era un soldado que, aparte de sujetar las riendas mientras su compañero lanzaba las flechas o las jabalinas, lo protegía con el escudo.
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