Los escribas del antiguo Egipto eran los encargados de inscribir, clasificar, contabilizar y copiar, utilizando varios tipos de escritura, como la hierática o demótica, que permitía escribir rápidamente, con la ayuda de un cálamo sobre papiros u ostracas.
El escriba y sus ayudante controlaban diariamente los trabajos que realizan los artesanos y el avance de todas las obras. Anotaban el número de capazos de escombros extraídos y las mechas para las lámparas de aceite, las entregas de materiales, el desgaste de las herramientas metálicas (los útiles de cobre y bronce eran propiedad del Estado), las horas trabajadas (la jornada tenía dos turnos de cuatro horas), etc.
Escriba sentado, 5ª Dinastía. Piedra coloreada. Museo del Louvre, París, Francia |
El control diario de las herramientas era uno de los aspectos más importantes, ya que un buen cincel afilado de cobre equivalía a la ración de cereales que recibía cada obrero cualificado para un mes y medio.
En el antiguo Egipto, el buen funcionamiento del Estado reposaba, esencialmente, en los escribas. Administradores, contables, literatos o escribanos públicos, estos maestros del cálculo y la escritura eran omnipresentes. Trabajaban en todos los departamentos de la administración, llegando incluso a ser escribas reales, dominando la administración central.
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