La mejor manera de borrar el recuerdo incómodo de una persona era acabar con su nombre para lo que bastaba con destruir los jeroglíficos e inscripciones donde estuviera escrito. La estela de Minnefer, por ejemplo, está llena de arañazos debidos, posiblemente, a una rencilla familiar.
La cara y el nombre Hatshepsut fueron borrados a martillazos por orden de su sobrino e hijastro, el faraón Tutmosis III, y los jeroglíficos que hacía referencia a su reinado fueron repintados.
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