sábado, junio 26, 2021

De Caravaggio a Picasso, veinte naturalezas muertas que vivirán para siempre (V)

Rembrandt Harmenszoon van Rijn pintó este cuadro de genero. Con las alas ampliamente extendidas y el pico patéticamente abierto, un pavo real aparece colgado cabeza abajo en el vacío: otro ejemplar descansa pesadamente sin vida sobre la mesa: la cabeza sobresale proyectando sombras, por encima del borde: cae sangre al suelo, que estimula macabramente la mirada para dar al cuadro una  presencia temporal inmediata. El cesto de frutas apenas recuerda ya a Caravaggio, antes al contrario es su rápido esquematismo, parece anticipar aspectos del impresionismo. Una muchacha mira, en el fondo, a través de una ventana a este  conjunto modulado por la luz; pocas veces se ha pintado el sentido de la vista de un modo tan convincente. 

Naturaleza muerta con los pavos reales. Óleo sobre lienzo Rijksmuseum o Museo Nacional de Ámsterdam
Se observa una peculiar interacción entre los objetos y la niña. La división en dos (la naturaleza muerta en el primer plano y la figura del fondo) podría llevar a  buscar reliquias del sistema pictórico dual. Las características de la imagen de la muchacha no deben dejarse de lado: no se  trata de un retrato, sino de un tipo, un carácter. La muchacha aparece como una niña que exterioriza su sorpresa frente al mundo. 

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