domingo, mayo 16, 2021

De Cimabue a Rothko, una veintena de cuadros tocados por la gracia (III)

En este cuadro se ve a Jesucristo, descendido de la cruz, rodeado por las mujeres y los apóstoles. Están juntos los rostros de Cristo muerto y de su madre María, quebrada por el dolor, que mira intensamente el cadáver de su hijo. Las demás figuras expresan su dolor, cada una a su manera: unas se muestran dobladas sobre sí mismas del dolor, otras hacen gestos. Así, san Juan aparece con los brazos abiertos, mientras que María Magdalena, sentada en el suelo, coge con afecto los pies del muerto. Incluso los diez ángeles que aparecen en el cielo, en escorzo, se unen a estas diversas manifestaciones de la desesperación: lloran, se mesan los cabellos o se cubren el rostro. Sin duda alguna, esta Lamentación sobre Cristo muerto es uno de los recuadros más expresivos y más intensos por su dramatismo de todo el ciclo de frescos. A las figuras entristecidas las rodea un paisaje árido, con una montaña rocosa que forma una diagonal hasta un árbol seco en lo alto, que subraya la desolación por la muerte de Cristo.
Lamentación sobre Cristo muerto, El Giotto. Fresco. Capilla de los Scrovegni, Padua, Italia
La aprobación de la regla se escenificaba en la parte inferior del tercer tramo del muro meridional de la basílica de Asís. Giotto crea un espacio arquitectónico, otra caja espacial, absolutamente reglada por la perspectiva matemática, que reviste solemnidad y respeto por el acontecimiento. Las bóvedas de medio punto, que apoyan en ménsulas, luego serán altamente desarrolladas en la pintura del Renacimiento. La composición se centra en la presentación al papa Inocencio III de la regla de San Francisco, arrodillado en primer término, entregándole al Papa su manuscrito. El santo está acompañado por una masa de franciscanos, de volúmenes bien compuestos, que se individualizan en la fisonomía de sus rostros, todos ellos mirando arrodillados hacia la acción papal. Nada más se escenifica en esta parte. A la derecha, Inocencio III aprueba la norma, bendiciendo al grupo de clérigos. Frente a la suntuosidad y decorativismo del marco arquitectónico y las túnicas y vestimentas del séquito del papa, se muestra la extrema pobreza de los hábitos franciscanos, con sus vestimentas de marrón oscuro sin aditamento alguno, todo un ejemplo de las normas que preconiza su orden, confirmadas ahora por el papa Inocencio.
Aprobación de la orden Franciscana por el papa Inocencio III, Giotto, Fresco. Basílica de San Francisco, Asís, Italia

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