Las altas temperaturas de Egipto hacía que la depilación de todo el cuerpo fuera una práctica habitual. Hombres, mujeres y niños de todas las edades se afeitaban la cabeza al rape para no dar oportunidades de hospedaje a los desagradables insectos. Los sacerdotes, aparte de la cabeza, se afeitaban meticulosamente el resto del cuerpo para estar libres de toda suciedad en sus momentos de entendimiento con los dioses.
El uso de desodorantes fue iniciado por los egipcios, quienes utilizaban cítricos, canela y otras especies. Con las flores de árboles de hoja perenne, como el algarrobo, elaboraban unas bolitas desodorantes que se colocaban debajo de las axilas. También se afeitaban el pelo de las axilas para deshacerse de una pelambre maloliente.
Las mujeres se colocaban un recipiente transparente, lleno de ungüentos perfumados, sobre la peluca con la que se cubrían la cabeza. Con el calor, este producto se derretía y llenaba la estancia de un agradable aroma , con lo que se evitaba que el ambiente reinante en las fiestas y en los banquetes se convirtiera en algo molesto para los asistentes.
En el antiguo Egipto detestaban el mal aliento. La farmacéutica egipcia mezclaba miel de abejas con hierbas y especias cocidas, como la canela y la mirra, para fabricar pastillas que se usaban como las actuales mentas para combatir el mal aliento.
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